¿Por qué no han prohibido Bitcoin?
Muchos se rasgaron las vestiduras al principio del Bitcoin, y no es para menos porque pone en entredicho el monopolio financiero.
Ahora bien, ¿por qué pese a ser una amenaza para los grandes núcleos de poder no lo han prohibido?
Es más, ¿por qué si ponía en peligro el poder de los gobiernos lo han dejado pasar por la puerta grande? Hay tres posibles explicaciones, según Haseeb Qureshi de HackerNoon.
La innovación siempre interesa
¿Por qué frenar algo tan innovador como la criptografía y el blockchain? Es algo tecnológicamente disruptivo que puede suponer grandes beneficios a nivel de progreso.
Los gobiernos podrían estar aplicando el ‘laissez faire’ mientras esperan a que aquello evolucione, para después llevárselo a su terreno. Al fin y al cabo como pasó con la propia creación de Internet.
El problema es que esta explicación se queda corta. En primer lugar, ya tenemos blockchains, el trabajo ya está hecho a día de hoy. No es probable que un mayor desarrollo de Bitcoin contribuya a las implementaciones empresariales de blockchain.
Además, no cuadra la tesis con el hecho de que los gobiernos sí han luchado con uñas y dientes contra el cifrado de extremo a extremo, el intercambio de archivos Peer to Peer, las tecnologías de privacidad como Tor y las redes financieras que permiten la evasión fiscal.
Si Bitcoin amenaza el poder de la vigilancia financiera, entonces se consideraría mucho más peligroso que cualquiera de estas tecnologías anteriores. ¿Entonces por qué recibe un trato de favor?
Los gobiernos aún no han visto la dimensión de la amenaza
Es cierto que a veces los gobiernos son miopes y necios, pero en general los gobiernos más fuertes del mundo son minuciosos y despiadados a la hora de identificar y neutralizar las amenazas a su poder.

Por qué no han prohibido Bitcoin
Además, los defensores de Bitcoin históricamente han tenido muy poca influencia política. Es más, podrían ser el ‘cabeza de turco’ perfecto, porque el pasado de Bitcoin se ha visto empañado por asociaciones con la delincuencia, los mercados oscuros y la anarquía digital.
Esta segunda hipótesis tampoco parece satisfactoria, así que esto nos llevaría a aceptar como cierta la tercera y más radical.
El BitCoin en realidad no amenaza al poder
Tal vez la criptomoneda más famosa no sea la panacea de la democracia y la libertad como nos han hecho creer muchas veces. De hecho, Bitcoin podría ser la criptomoneda más amigable con los soberanos. Hay 3 razones para respaldar esta idea.
No es anónima en realidad
Bitcoin se describe a menudo como una criptomoneda anónima, pero en realidad no es así. Bitcoin es en realidad un seudónimo y la distinción es crucial: bajo un seudónimo criptográfico, aún se puede rastrear su comportamiento.
Para la persona promedio, esto probablemente no sea un gran problema. La mayoría de los usuarios de criptomonedas no están haciendo nada ilegal y no deben preocuparse de que estén siendo objeto de vigilancia. La pregunta es: ¿en qué se diferencia esto de otros sistemas que usamos?
Cuando hablamos por teléfono tenemos sensación de privacidad, pero en el fondo de nuestro ser sabemos que algún día hipotético futuro podría alguien agregar como prueba en un juicio una conversación nuestra grabada. Con el BitCoin en realidad ocurre algo similar, pero en el ámbito de las transacciones financieras.
La conclusión de todo esto es que BitCoin podría ser incluso más peligroso que un sistema bancario estándar, precisamente porque la sensación de falso anonimato puede llevar a que actúen muchas personas pensando que realmente no son vigiladas. Algo parecido a la popularizada idea falsa de que Telegram es más privado que Whatsapp.
No puede aspirar a ser moneda de intercambio
Los gobiernos y grandes poderes fácticos se podrían sentir amenazados si los usuarios de BitCoin pudieran llevar sus vidas financieras en una economía paralela. Pero Bitcoin ha demostrado ser un medio de intercambio deficiente, y hay pocas empresas sustanciales construidas completamente en Bitcoin.
Como reserva de valor, el flujo de uso de Bitcoin debe comenzar y terminar con monedas fiduciarias, embotelladas en intercambios fuera de la cadena como Coinbase o Bitfinex. Estos intercambios sirven como cuellos de botella donde la mano del gobierno puede regular la actividad en cadena.
Cualquier actividad delictiva necesita, en última instancia, acceso a liquidez fiduciaria: un depósito de valor no se puede utilizar para financiar una operación en el mundo real.
Bitcoin tampoco puede admitir DEX o interoperar fácilmente con otras blockchains. Esto obliga a los mercados a consolidarse en torno a estos intercambios fuera de la cadena.
Esto proporciona una clara explicación de por qué India y China han sido los dos principales países en prohibir las criptomonedas. Ambos tienen estrictos controles de capital y clases medias florecientes, ansiosas por escapar de la moneda local. Sus principales preocupaciones son el proteccionismo económico y la prevención de la fuga de capitales.
Tanto India como China también tienen fuertes restricciones a las importaciones de oro. Para los países que no temen la fuga de capitales, una reserva de valor representa una amenaza menor.
Un medio de intercambio da miedo a los gobiernos, por ejemplo Liberty Reserve es el ejemplo canónico de tal medio de intercambio que intenta eludir el monopolio del gobierno sobre la regulación financiera.
En cambio, una reserva pura de valor cuyas rampas de entrada y salida se pueden regular fácilmente y que no puede alejarse del complejo financiero-industrial, bueno, es una amenaza menor para los soberanos. Incluso podrían llamarlo innovación.
Esta es la segunda razón por la que los soberanos están abiertos a Bitcoin.
Bitcoin no es de nadie
Una moneda libre de dueño e imposible de frenar, esto es algo muy positivo y único de Bitcoin.
Aunque se atribuye su creación a Satoshi Nakamoto, sería como un dios que realiza su obra y se retira, e incluso se cuestiona su existencia.
Bitcoin no le pertenece a nadie y no depende de nadie. Si todos sus desarrolladores fueran detenidos y arrojados a prisiones secretas, su desarrollo seguiría adelante bajo otro conjunto de nombres.
Esto también implica que si un gobierno apoyara a Bitcoin, no cedería el poder a ningún otro país, un hecho que no hay que pasar por alto y que a menudo se subestima.
La apatridia de Bitcoin lo convierte en la única criptomoneda que tiene la posibilidad de ser comprada por un banco central; en última instancia, el único comprador que podría convertir a Bitcoin en un activo de un billón de dólares. Esta legitimación lo consolidaría como un verdadero oro digital.
Bitcoin es la única moneda digital que se puede parecer a un patrimonio común global. Estos factores harán que los gobiernos sean más propensos a adoptar Bitcoin como reserva de valor.
Conclusión
Bitcoin no es tan anónima ni tan libre y segura como se suele pensar, y debemos ser conscientes de ello si la usamos.
Si los gobiernos realmente creyeran que Bitcoin es una amenaza, la prohibirían y cerrarían los intercambios de criptomonedas
Con todo, Bitcoin es, con mucho, la criptomoneda más descentralizada, y es la única moneda de la que se puede decir plausiblemente que es políticamente apátrida.
Esta es una enorme ventaja para convertirse en una reserva de valor. Ninguna otra criptomoneda puede reclamar esto, y es posible que ninguna otra moneda lo haga jamás.
A medida que la tecnología madure y estos sistemas comiencen a escalar, esto cambiará. De hecho, cuando eso suceda, deberíamos esperar que la siguiente fase de la criptografía sea más complicada. No necesariamente vendrá con las bendiciones acríticas de los gobiernos.
En todo caso, el futuro nadie lo sabe y es bien difícil de predecir. De lo que no cabe ninguna duda es que la forma en que funciona el dinero dentro de 50 años no se parecerá en nada a la que tenemos a día de hoy.
Veremos a dónde nos lleva esto en los próximos tiempos, puede sorprendernos mucho más de lo que nos imaginamos, y afectará a nuestras vidas de manera radical.